Me vale verga

Por Fernando Alarriba

Ah… no hay frase más elocuente en la golpeada y cantarina lengua sinaloense que exprese mejor algunos de los rasgos más profundos de nuestra identidad que el “Me vale verga”.

Si, en sus más lamentables y pintorescos momentos, el mexicano tiende a ser ingobernable y autodestructivo, el “Me vale verga” sinaloense exalta estas facetas de nuestro carácter nacional.

Ante una prohibición el “Me vale verga” es la llave universal, pues no hay argumento o represalia que lo supere y su presencia en la psique sinaloense es tanta que lo llevamos en la punta de la lengua: No tire basura…Me vale verga…Prohibido el paso…Me vale verga…Te van a multar…Me vale verga…Te van a llevar al bote…Me vale verga, y así sucesivamente en una interminable variedad de situaciones.

Como ya mencioné, el poder de este mantra es tal que, más que una expresión lingüística, estamos ante un estado del ser: una condición casi espiritual en la que el mundo, la sociedad y los contextos en los que los sinaloenses (y las sinaloenses) nos desenvolvemos tienen siempre que vérselas con un bien timbrado “Me vale verga”.

“Rebaso por la derecha… invado la línea peatonal… me parqueo en doble fila… me meto en la fila… sigo yo… vuelvo en 5 minutos… ¡cómo no se va a poder!… ahorita van a ver… yo no uso cubrebocas… no creo en el coronavirus… abran los estadios… habrá Carnaval en 2021.

Evidencias científicas, razonamientos filosóficos y leyes no pueden contra el sentido común de los hijos de esta pródiga tierra ávida de gritar su poder y su desenfrenada alegría de vivir, porque detrás del “Me vale verga”, está eso: el amor bestial del sinaloense por la vida, su honestidad atrabancada, el afán de demostrar que nadie tiene más huevos (u ovarios) que los de por acá y la convicción de que no hay poder que supere al suyo.

Y es así de pelado: ¿Andar derecho? ¿Ser paciente? ¿Obedecer? ¿No poder? ¿Respetar? ¡¿Temer!?… “¡Pero si el ‘Peje’ le peló la verga al Chapo y al Ovidio!” … A mí me vale verga.

Entiendo que la palabra “verga” es (en México y más en Sinaloa) una auténtica navaja suiza (“¿Dónde va ese vergas?”- ¿Dónde va ese tipo (ese compa)-, “Vete a la verga”- vete a la chingada-, “Es una verga”- Es muy bueno para algo-, “Qué verga”- ¿Qué traes?, ¿qué te pasa?, “Qué buena verga”- Mira nomás, “Se cree bien vergas”- Se cree mucho, “Se lo cargó la verga”- Se murió, “Le temí la verga”- Me lo chingué, “Nos metieron la verga”- Nos chingaron, “¡A la verga!”- ¡Increíble!, “Se pasan de verga”- Qué poca madre), pero dentro de este mural verbal, el “Me vale verga” es tan poderoso que se traspone al lenguaje corporal: miradas, gestos, posturas que gritan “¡Me vale verga!”

Pero, ¿Por qué verga esta bola de vergas en un espacio cultural? Bueno: si la lengua es uno de los vehículos más poderosos de la cultura, y si ésta, de acuerdo con la UNESCO, incluye “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social…” y “engloba…los modos de vida… los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” es obvio que el “Me vale verga” proyecta magistralmente algunos aspectos de la intrincada cultura sinaloense.

¿No están de acuerdo?… Me vale verga.         

Close Bitnami banner
Bitnami