Héctor Guardado: relator de la vida cultural de Mazatlán (I/II)

Durante más de tres décadas Héctor Guardado fue testigo y relator de la vida cultural de Mazatlán.

En su trayectoria, además de ganar una serie de concursos internos en Periódico Noroeste, recibió premios como el de “Periodismo Cultural” del Festival Cultural Sinaloa, en 1991, y en 1998 la Universidad Autónoma de Sinaloa le dio el “Premio Payo de Rosario” de Periodismo Cultural. Sin embargo, su mayor satisfacción ha sido la de vivir en carne propia las grandes revoluciones interiores que el arte es capaz de provocar.

“Las artes te enseñan a vivir una vida más plena. Los buenos artistas resumen, sintetizan lo más bello del ser humano y lo expresan en obras, y te estoy hablando de las obras, porque los artistas, y esto se me hace muy importante: yo no admiro a las personas… los artistas, como personas, pueden ser una mierda, y muchos son una mierda, pero sus obras pueden ser maravillosas y te meten a un mundo de emociones y de conocimiento que te ayuda a expandirte y a vivir plenamente; a disfrutar mucho la vida, disfrutar intensamente la vida. Mucha gente me dice que qué mamón, que qué cursi, pero yo amo la ópera, ¿y sabes por qué? Porque, cuando el cantante es bueno, cuando la música está muy bien, y no tiene que ser algo espléndido ya que lo he experimentado con los alumnos de aquí, he sentido eso, un éxtasis: se me va la respiración, me emociono, lloro y cuando sucede esto, ¿qué te pasa? Te apasionas y quieres más de eso”.

Al ser ateo, Héctor Guardado comparte que el arte ha sido su única vía para cultivar una vida espiritual, y esta búsqueda inició formalmente en su juventud, cuando a los 17 años se fue a vivir a Ciudad de México y por año y medio conoció el rico panorama cultural de la capital a través de las actividades gratuitas que disfrutaba como estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Marcelo Mastroianni y Anita Ekberg en “La dolce vita”

“Yo no estudié periodismo, ni siquiera una carrera fina (relacionada a las artes) yo estudié contaduría, pero a mí me jalaba eso, enormemente, muchísimo. Mis últimos ocho meses en la UNAM me dediqué a ir al teatro, a ir a los conciertos y no iba a clases ya, entonces dejé y comencé a meterme en rollos de literatura, ir a la cineteca, pero era todos los días y era como un vicio, una ansiedad por saber y entender y un día me metí a ver ‘La dolce vita’ y no entendía nada; las imágenes eran bellísimas, pero no entendía nada y cuando salí dije: ‘Tengo que entenderla. Voy a venir 50 veces a ver otras películas, porque aquí es donde voy a aprender a entender el cine’. Yo sabía que allí había muchas cosas que me podían aclarar dudas, que me podían hacer vibrar y era como una intuición y esa intuición se convirtió en una gran, gran pasión”.

Un compromiso con el aprendizaje

Después de estudiar en Guadalajara y participar en numerosas actividades culturales, entre ellas la fundación de un cineclub, Guardado regresa a Mazatlán, conoce a Rolando Arenas que en ese momento dirigía las salas de cine “Acuario-Escorpio-Tauro” y comienza a escribir reseñas y críticas de cine.

Un año más tarde inicia formalmente en el periodismo. Era 1987, se celebraba la primera edición del Festival Cultural Sinaloa, Héctor Guardado tenía 24 años y periódico Noroeste le dio la oportunidad de dedicarse exclusivamente a la sección de cultura en donde, desde ese momento, se dedicó a realizar su trabajo con el objetivo de profundizar en las experiencias que el arte le brindaba.

“La verdad no es porque digan que sé, ni porque me vean, no, es por mí. Hacía periodismo cultural por mí. La neta, ha sido muy chingón, porque el periodismo me permitió ver las obras y al día siguiente sentarme y digerirlas, analizarlas, desmenuzarlas, entenderlas mejor y emocionarme otra vez, y es impresionante cómo hacer esto me llevaba a emocionarme al mismo grado, y ese ejercicio de escribir sobre lo que viste y te emocionó potencializa la experiencia. Entras al terreno de la razón, del conocimiento y no es simplemente emoción. Creo que ese ejercicio lo deberíamos hacer todos. Cuando vas a ver una obra que vale la pena, que tiene calidad, que está hecha por artistas profesionales, tienes que proponerte hacer un análisis personal, para que cumpla plenamente su objetivo y cada lectura es diferente: quien hace la reseña tiene una lectura y no es la verdad, cada quien puede tener su propia lectura y es válida. Como reportero de cultura no tienes la última palabra, otros tienen experiencias que tú no viste”.

Para Guardado, la ética del periodista cultural radica en asumir un compromiso férreo con el aprendizaje.

Las artes, un camino de aprendizaje.

“Si quieres hacer periodismo cultural también tienes que comprometerte con aprender, y aprendes viendo, aprendes leyendo, investigando y eso a mucha gente le da flojera, no tienen esa disciplina, y ésta se adquiere porque tienes un interés de conocer y aprender. A veces me decían en mi casa, ‘haz algo, te la pasas leyendo’, y tú ni siquiera lo ves como disciplina. A mí me provocaba placer, pero en realidad es una disciplina y sabes qué, mis entrevistas yo las hacía para aprender, todo lo que no sabía lo preguntaba, y de alguna manera funcionaba y lo hacía porque la demás gente tampoco entendía lo que yo no entendía y por eso se conectaban muchos lectores conmigo. Yo iba con la intención de aprender”.

A lo largo de su trayectoria, Héctor Guardado estudió ópera por más de diez años, asistió a talleres y diplomados de literatura y cine; participó en talleres de danza y artes plásticas; cubrió conciertos, exposiciones, recitales y tuvo acceso a entrevistas exclusivas con creadores locales, nacionales e internacionales. Sin embargo, pese a toda esta formación, él reconoce que no gozó de una libertad absoluta para ejercer su oficio, algo que limitó el carácter crítico de sus publicaciones, una postura que considera esencial para contribuir en la construcción de un robusto entorno cultural.

“Es importante, porque eso permite que se depuren las cosas, que la gente tome conciencien también, que la gente se preocupe por preguntarse: pero ¿Por qué es malo eso? ¿Por qué es bueno? Y que aprenda, y que aprendan ellos mismos a ser críticos. A lo mejor el que está escribiendo se equivoca, pero lo importante es motivar a los demás a que ellos también sean críticos, porque las obras malas, las obras que están hechas por villamelones, no aportan nada. Hay mucha gente que pretende ser artista, pero hay muy pocos que realmente lo son, y la calidad es muy importante en el arte. Lo que realmente te va a aportar a ti como individuo o como ser humano, y a la sociedad en general, de una obra artística, va a suceder en la medida en que ésta tenga calidad, en la medida esté hecha por un verdadero artista, sino, eso no sirve para nada, al contrario; eso hace que retrocedan las cosas, eso hace que se estanquen, eso hace que se pudran porque mucha gente lo hace por ego y eso perjudica. Lo que las artes buscan es mostrar lo mejor del ser humano: las emociones, las experiencias, el conocimiento, pero tiene que ser alguien que esté muy comprometido con eso, que sea muy talentoso para poder expresarlo y proyectarlo, pero sino tiene eso, se empobrece y ¿por qué darle foros a quien no tiene nada que dar? Muchos, no digo que todos, lo único que tienen es ego y quieren brillar, decir que son artistas, pero es importante que la sociedad tenga capacidad para depurar y quedarse con esos verdaderos artistas y el periodismo tiene esa función”.

Periodismo cultural… a la deriva

Héctor Guardado considera que el periodismo cultural en Mazatlán está en peligro. Los medios tradicionales han reducido notablemente sus espacios para la cultura, son pocos los medios electrónicos que apuestan por contenidos relacionados a las artes y, en especial, es raro que en el gremio periodístico haya una pasión auténtica por éstas.

Héctor Guardado (derecha).

“Creo que ya se va a acabar. Se necesitan personas que tengan mucha pasión por las artes. Siento que hace falta encontrar que exista una persona con un interés y pasión, creo que lo que realmente se necesita es una pasión, porque nos pagan muy poco, y lo que realmente vas a ganar es una motivación: el inmenso gozo de aprender, de aprender y de sentir, tener experiencias que te hagan vibrar y te hagan entender el mundo, porque eso es el arte básicamente. Y esa pasión tiene que existir en las personas que hagan periodismo cultural, sino son personas que hacen boletines o van y cubren, como tantos reporteros que van y cubren la fuente, pero no vibran con esa fuente”.

Sin embargo, consciente de que cada época ofrece caminos distintos, Guardado reconoce que si bien el periodismo se ha transformado radicalmente, los principios para acercarse, experimentar y compartir el poder de la cultura permanecen intactos. 

“En el periodismo cultural se necesita el mismo perfil para las redes, para los impresos o para lo que sea, son los mismos principios pero diferentes herramientas, la esencia es la misma y tiene que surgir gente que se interese, que se comprometa y creo que ahorita es más difícil. Yo tenía un trabajo, ingresos estables, pocos, pero eso mantenía mi interés, mis inquietudes y ahorita no veo la manera para que alguien pueda sobrevivir del periodismo. Pero no sé, las nuevas generaciones reinventan el mundo y reinventan las actividades y las formas. A lo mejor yo estoy muy clavado con la forma en que yo pude hacer periodismo cultural en Mazatlán y no veo opciones, pero seguramente las hay y yo no las puedo ver porque no estoy en el ajo de las nuevas generaciones.”         

A más de treinta años de haber encontrado y nutrido su pasión, decompartirla con los lectores con el mayor rigor y entusiasmo posible, a finales del 2020 Héctor Guardado dijo adiós, o quizás, hasta pronto, al periodismo cultural. Sin embargo, gracias a una extensa entrevista, también nos ha ofrecido la oportunidad de reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de la política cultural en Mazatlán.

Una valiosa aportación de este referente del periodismo local que compartiremos en los próximos días.

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