Héctor Guardado: relator de la vida cultural de Mazatlán (II/II)

Crónicas, entrevistas, reportajes, notas, coberturas… A lo largo de su carrera periodística, Héctor Guardado fue testigo del nacimiento y desarrollo del panorama contemporáneo de la cultura en Mazatlán, un fenómeno que, en su opinión, ha pasado por varias etapas que fueron marcadas por las visiones y acciones de personajes claves.   

Escenario del Teatro Ángela Peralta, antes de su resurgimiento.

“Mazatlán ha tenido mucha suerte en cada etapa. Héctor Torres Nafarrate fue el primer director del proyecto cultural y él tenía una estructura muy administrativa, era alguien que sabía cómo administrar la cultura. Tenía muy claro que Difusión Cultural debía presentar espectáculos, pero lo más importante era la escuela, puso coordinadores para que le aconsejaran qué espectáculos poner y armar una cartelera, pero también para tener talleres. Héctor Torres era muy bien intencionado, sin ser un gran intelectual, ni un gran artista, pero tenía bases y una formación profesional como diplomático y entonces acertó, porque creó eso y agarró lo que había: yo fui coordinador de cine (risas) y agarró lo que había porque no había nada… inventaron. Había muchas ganas, mucha inquietud, pero no había quien conociera, quien supiera”, reflexiona el periodista sobre la política cultural que tuvo lugar en el puerto entre 1987 y 1989.

Posteriormente, entre 1990 y 1992, llegaría el turno a una figura que, para Guardado, es la única persona que ha logrado ver con claridad cuál sería el futuro de la cultura en Mazatlán.

“Llega Jeane Abreu con una inquietud musical impresionante, porque ella era música y sabía que la música cambiaba la vida de la gente, y dedicó una energía impresionante: creó la escuela de música y se trajo a Antonio González, fundaron el Coro Ángela Peralta, y a los seis meses, una ópera: ‘Amahl y los visitantes nocturnos’, en el Teatro del seguro social, a piano, era… como ‘Fitzcarraldo’, queriendo llevar un barco por la selva y cruzando montañas con un barco. Su proyecto era realmente ambicioso. Ella me dijo: ‘en 25 años vamos a tener músicos profesionales en Mazatlán’. Ella pensaba que, aunque no fueran profesionales, ahí se iban a formar, en el escenario, y me decía ‘en tantos años vamos a tener ópera’, y se adelantó. Ella tenía esa visión de que en el escenario se hacían los artistas, claro, teniendo a maestros profesionales como Antonio González”.

La primera gran crisis para este caldo de cultivo cultural se dio en 1993 y le tocó enfrentarla a Ricardo Urquijo Beltrán.

“Justo en ese momento llega como gobernador Renato Vega y acaba con el Festival Cultural Sinaloa y el estado se queda en el limbo otra vez y Ricardo, que era un tipo muy bueno, con muchas inquietudes artísticas, pero que percibía las artes como un adorno, sí como algo que te iba a hacer mejor, pero Ricardo era un poco frívolo en ese sentido y era muy honesto: no pretendía ser un intelectual. La escuela de música era muy mediocre, muy mediocre, pero él estaba feliz porque seguía la escuela y se trajo a los Delfos, por lo que tú quieras, pero fue algo maravilloso. No sé si lo dimensionó el Ricardo, de que aquí en Mazatlán iba a estar la mejor escuela de danza contemporánea… casi de Latinoamérica, y él también se trajo a los cubanos porque lo convenció alguien, pero el ballet no puede ser algo muy grande en Mazatlán porque necesita demasiado presupuesto. El Ricardo trajo eso y teatro estaba muy mal, artes plásticas funcionaba, pero todo era un poco mediocre, salvo Delfos y Antonio González, ellos tenían un nivel profesional en medio de algo muy provinciano y mediocre”.

Antonio González.

La etapa final, el momento de consolidación (que inició en los años 2005-2007 y que tuvo continuidad a través de distintas administraciones) estuvo a cargo de Raúl Rico González.

“Ricardo fue importantísimo para mantener todo, los tallares, las escuelas, y Raúl Rico llega y hace todo profesional, con una intención de profesionalizar el proyecto. Ya estaba todo allí, pero Raúl lo encausa hacia la calidad. Es difícil formar músicos de primer nivel, pero gracia a las políticas de Raúl, de tener maestros de calidad, ha sido posible y él puede sacrificar muchísimas cosas, hasta su orgullo, por tener a alguien chingón al frente de la escuela, puede hacer a un lado su ego con tal de hacer bien el trabajo, ser un profesional, estar por encima de sus emociones para lograr ese fin. Raúl ha sido quien ha consolidado todo este proyecto. Ha sido un proceso virtuoso, que en cada etapa ha contado con alguien que le ha dado lo necesario al proyecto para mantenerlo o consolidarlo, salvo ahora”.

Presente y futuro: estancamiento y renovación

Si bien Héctor Guardado reconoce que la designación de cada director del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán (antes CODETUR) ha obedecido a decisiones directas de los dirigentes políticos en turno (José Ángel Pescador Osuna- Héctor Torres Nafarrete; Humberto Rice García- Jane Abreu; Martín Gavica Garduño-Ricardo Urquijo Beltrán; Alejandro Higuera Osuna- Raúl Rico González, etc.) también recalca que la administración de Luis Guillermo “El Químico” Benitez Torres se limitó a apostar por el Carnaval y así volver sobre una concepción errónea, pero recurrente, de la política cultural porteña.

“La gente ignorante de Mazatlán piensa que el carnaval es el equivalente al proyecto cultural, y no es así. José Ángel Tostado piensa fervientemente que el carnaval es el proyecto cultural de Mazatlán, ¡eso piensa él! ¡Imagínate el daño que le puede hacer al proyecto cultural de Mazatlán!  A “El Químico” Benitez le importaba tener a alguien que pudiera sacar un carnaval, por eso estaba Linda “La Peque” Chang, pero la imagen iba a ser alguien de cine, Óscar Blancarte, y allí se iba a equilibrar todo. Pero realmente nunca le dio el poder a Blancarte. A este alcalde no le interesa el proyecto cultural de Mazatlán, y es por pura ignorancia, ¿y sabes qué? Está bien y es normal ser ignorante, hasta cierto punto todos los somos; pero una persona que ocupa un puesto público y toma decisiones relacionadas a la cultura y las artes no debe ser ignorante. Estando en esa posición no puedes permitirte ser ignorante”.

Siguiendo las reflexiones del periodista, Mazatlán, en lo relacionado a la cultura institucional, parece encontrarse ante el final de un ciclo, un proceso de nacimiento-formación-esplendor-declive. De ser así, ¿qué alternativas existen para apostar por la formación de un nuevo ciclo?

Raúl Rico.

“A mí me gustaría… creo que sería saludable para el proyecto cultural de Mazatlán que hubiera una transición. Raúl Rico, que ha hecho un papel impresionante, debería regresar, pero para comenzar a entregarle a una nueva generación, a una persona que tenga todo el perfil y que él la escoja. No sé si él tenga esa generosidad o la capacidad de desprenderse de dirigir la cultura en Mazatlán. Digo, Raúl tiene un ego fuerte: para algunas cosas, como tomar decisiones con los maestros, sí se retrae; pero sí le gusta tener poder y no sé si esté dispuesto a soltarlo. Yo creo que Raúl Rico tiene esa sensibilidad para encontrar a esos nuevos talentos, para que no se pierda lo que tenemos. Él valora mucho el proyecto cultural de Mazatlán, lo tiene muy claro: cómo es, porqué es así, de dónde nació y cómo tiene que ser. Pero sí creo que es necesario que después llegue alguien con esta visión de nueva generación a hacerse cargo de un proyecto que es maravilloso”.

Finalmente, Héctor Guardado enfatiza que, para el futuro inmediato del panorama político local, resulta fundamental comprender la relevancia que Mazatlán tiene en el contexto cultural regional, e incluso, nacional.

“Yo creo que este proyecto difícilmente lo puede tener otro municipio y es más, pienso que el proyecto cultural de Mazatlán es más importante que el proyecto cultural de muchos estados de la república. No sé si se han dado cuenta los políticos, no les interesa a los políticos tener una compañía de danza, una compañía de ópera, una compañía de ballet, muy mediocre, pero ahí está. Tener una escuela de música que ya tiene un buen nivel, porque yo escucho a los artistas cuando voy a los conciertos y digo: ‘Ay cabrón, este es un músico que se formó aquí en Mazatlán’. Mazatlán forma cantantes para que sean profesionales, forma músicos para que sean profesionales, forma bailarines para que sean profesionales y eso, ¿dime en dónde? En Culiacán cuánto han luchado por eso, y no pueden. Mazatlán ya es autosuficiente para formar sus propios festivales culturales y una buena parte, como el 70 o 60 por ciento, son espectáculos de primer nivel y eso se tiene que mantener. Mazatlán tiene todas las bases, nada más falta fortalecerlo, ser más claro en qué maestros quiero para mi escuela y esos maestros tienen que estar aquí y ¿Quién te lo va a decir? Los que aquí saben de eso, y hay gente que lo sabe. Entonces, necesitamos las herramientas para apuntalar todo eso que ahorita está flojo”.

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